domingo, 30 de septiembre de 2012

Imaginarios Cafeteros en la Literatura Colombiana, pequeños apuntes.


Sobre el Grano…



También este grano mísero probó el fuego en la redoma y al contacto de las llamas se hizo sangre, luz y aroma cual si fuera el jugo mismo de la tierra tropical.
Y aquí está.. .Caliente y negro como filtro misterioso con hechizos inefables corta el hilo del reposo y despierta las ideas en alígero escuadrón.
Es un arpa entre sus manos el cordaje de mis nervios, y el arrullo y los suspiros y los cánticos soberbios brotar hace de las almas en continua vibración.
[...]
No lo cambies.. .Pedí tinto.. .Pero, escucha... No te vayas...
(N. BAYONA POSADA, Cojjea arábiga, págs. 47-51).
JOSÉ JOAQUÍN MONTES.

Texto tomado del Artículo: APUNTES SOBRE EL CAFE Y SU CULTIVO EN LA LITERATURA COLOMBIANA.

Aclaraciones sobre el Tinto...



“Tinto” en Colombia equivale a hablar de una pequeña taza de café que se sirve para amenizar una conversación, o para “hacer la digestión” después del almuerzo, o simplemente se toma para evitar “la sensación de sueño que aparece después de un almuerzo generoso”. El tinto se bebe en una esquina mientras se fuma el cigarrillo vespertino, o se bebe para mitigar el frío o  para contar el chisme del día o para hablar “cháchara” (temas varios sobre todo de la realidad del país o incluso sobre la telenovela o reality show de moda). El termo del tinto no debe faltar en ningún espacio, en la empresa, en los vestíbulos de las oficinas o en la casa. El tintero es un personaje muy popular del imaginario colombiano, es aquel peculiar buen hombre que vende el tinto en las calles, va de calle en calle ofreciendo la bebida o se ubica en “una esquina” [en Colombia la esquina es un sitio de socialización excelso], además puede ofrecer los cigarros, dulces o galletas, y todo aquel comestible de paquete que llamamos coloquialmente chucherias o mecato [ Es muy común escuchar en la hora del descanso laboral: Aja! Vamos a echar tinto y comer mecato!]. En las empresas también esta la celebérrima “Señora de los tintos”, una especie de empleada domestica cuya tarea consiste en ofrecer la bebida a los empleados o a los visitantes, ella es irremplazable y omnipresente. En fin, ambos tintero y señora de los tintos, se caracterizan por otorgar sendos títulos de doctorado a todos los que tienen pinta de “importantes” o los que van de saco y corbata, como olvidar su típica frase de invitación: “Se toma un tintico Doctor”.

Alexander León Puello.

El proceso del beneficio del grano (descerezado, lavado, secado) descrito en este excepcional texto:



Al atardecer amontonaban la roja opulencia de la cereza junto a una pequeña máquina despulpadora " y se entregaban a despojar al café de su envoltura superficial, que fluía pegajosa de miel acre por una boca del aparato, en tanto que por la otra resbalaban los granos húmedos y verdosos del fruto que esparcían un efluvio adormecedor (La cosecha, pág. 185).
La máquina, dócil, crujía bajo la presión continuada, el cilindro dentado giraba, giraba triturando el cafe torpemente, la tolva estaba siempre llena, y sobre la cereza, que parecía fluir hacia arriba de una cornucopia vertical, caía con suavidad un ligero chorro de agua, traído de la fuente próxima sobre una guadua partida en canal (La cosecha, pág. 187).
Guardaban el cafe despulpado en cajones de madera  [ . . . ]. Allí tenían que esperar el fruto tres, cuatro días, hasta que la miel que cubría los granos y los hacía gelatinosos, se desprendiese con facilidad, congelada a medias por la fermentación. Entonces lo lavarían en cestos " que permitieran la salida del agua y lo extenderían, sobre paseras, en delgadas capas, para que el sol lo secase (La cosecha, pág. 188).
A veces se hacía tarde para descortezarlo [el grano], la cascara se enjutaba, se endurecía, guardaba celosamente las almendras, y el café se presentaba en diminutas esferas irregulares y casi negras. Pero este producto era inferior, difícil de pilar y se denominaba cacota '" (La cosecha, pág. 65).
Era preciso vigilar el proceso de sequía cuidadosamente. El sol podía secarlo de manera imperfecta afectando la calidad. Entonces unos granos se tostaban y adquirían coloraciones oscuras mientras otros quedaban blanduchos y verdes.
Esto era pasilla , que todos los compradores de El Cedral rechazaban o pagaban a precios ínfimos (La cosecha, pág. 65).
Después, el grano limpio y nítido era puesto a .secar al sol, en delgadas capas extendidas sobre la superficie lisa de las paseras, manuables y fáciles de conducir (La cosecha, pág. 65).

Textos tomados del Artículo: APUNTES SOBRE EL CAFE Y SU CULTIVO EN LA LITERATURA COLOMBIANA.

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