lunes, 3 de septiembre de 2012

¿Arábica o Robusta?

¿Esta gran clasificación de los cafés del mundo es, acaso, definitoria? ¿Qué nos dice de su calidad y sabor? ¿Es una superior a la otra?



Son dos las grandes variedades genéticas o varietales del café: Cafeto Arabica (Coffea Arabica) y Cafeto Robusta (Coffea Canephora).
La arábica es la variedad original. Surgió en la región de la actual Etiopía. Tiene sabores complejos y muchas sutilezas en sus subvariedades. Suele ser muy aromática, casi perfumada, dulce, con algo de sabores achocolatados. En la boca se percibe un sabor ligeramente ácido y la espuma que resulta es de color avellana tirando al rojizo.
El mayor productor de café arábico en América es Colombia.
Por otro lado, la variedad robusta es originaria de la República Democrática del Congo. Es una planta mucho más resistente y menos exigente en sus condiciones de cultivo que la arábica. Su sabor suele ser más intenso, con mayor contenido de cafeína, resultando infusiones más densas (con más cuerpo). Este café posee más taninos, como el vino, por eso se siente más astringente. El mayor productor de café robusta es Brasil.

Entonces, ¿podemos definir que una clase es mejor que otra? En principio y para simplificar mucho, podríamos decir que la variedad arábica, por ser la original, por lograr sabores y aromas más sutiles, podría ser la de mejor calidad.
Pero dentro de cada variedad hay infinitas clases, formas de cultivo, calidades. Por eso es posible encontrar café muy bueno tanto de una variedad como de la otra.
Por otro lado, influye mucho la forma de producción, de almacenamiento y tranporte como la forma de prepararlo en casa o en un bar. Podemos quemar un café excelente o cargarlo de más, arruinando todo su sabor potencial.
También en la actualidad están muy difundidos los blends o mezclas, que en muchas ocasiones contienen granos de diferentes tipos, logrando sabores más equilibrados.
En fin, responder esta pregunta sería muy simplista. Es preferible analizar cada café en su particularidad, y no dejarse llevar por la teoría.
Hay que probar, porque en definitiva sobre gustos, no hay nada escrito.

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